Se toma un cigarrillo, no importa la marca, se enciende y se procede...
Bastan de 5 a 7 minutos para depurar el tiempo, el aíre, recuerdos y sensaciones.
Hay depuraciones temporales. De esas en las que se espera, algo o a alguien, en la mitad de un parque, en la acera, en la casa, en la vida, y se mata el tiempo con ceniza. De repente ya son 5 o 7 minutos menos, un tic tac que ya se fue en humo.
Hay depuraciones de aíre. Basta con tomar un suspiro ligero, adentrarlo profundamente, hasta que duelan los pulmones expandidos, saber que están ahí y funcionan, hacerlos vivos por 5 o 7 minutos en un ir y venir de la respiración, En ese entonces se piensa, se medita, se observa y se oye la vida, la vida que pasa entre el humo que revolotea con el aíre, como una imagen que se distorsiona con un hilo blanco. Un momento pasa.
También hay depuraciones de recuerdos y sensaciones en 5 o 7 minutos. Y estas depuraciones, por lo general, acompañan a las depuraciones de aíre, pues la mente se adhiere a los suspiros, entonces, se enciende un cigarrillo y una bocanada de aíre entra mientras un recuerdo acompaña la ruta del humo por dentro, se viaja al momento que se encapsula en memoria y llega al pecho, se expande. A veces la sonrisa aparece, a veces la melancolía también se une, y luego se suelta el recuerdo quemado. Ese pequeño recuerdo puede ser el mismo que viaja una y otra vez durante 5 o 7 minutos, hasta que se asfixia. Pero otras veces ese recuerdo lleva a otro y son de a 5 o 7 recuerdos, 5 o 7 bocanadas que repasan el tiempo, el aíre y las sensaciones.
Al final se ha depurado el alma llena de nicotina
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