Quizá se me ocurrió esto porque creo necesario qué recordarnos es volver al lugar y al instante donde nos dejábamos sensaciones pegadas a los labios. Esas sensaciones que yo como se que usted también anhela
Recuerdo una tarde de un Sol promiscuo, penetrando con sus rayos todo tipo de ojos sin protección, recuerdo un tumulto de gente con algunos ideales flotando en el aíre o plasmados con colores en pancartas. Recuerdo su sonido, el que producía cuando se movía junto con el aíre. Recuerdo su mirada tímida, serena y provocadora pero lejana a la vez. Recuerdo un mínimo contacto que duró segundos entre su calor y el mío. Recuerdo que ese día decidí no dejarlo.
También recuerdo un abrazo, un día donde renacimos con sonrisas, un acercamiento sincero y profundo entre dos cuerpos frágiles ante las emociones. Recuerdo su olor, la tibies de sus manos, sus susurros en mi oído y un "te extrañé". Recuerdo que ese día pensé que en jamás lo iba a dejar.
Se me viene a la mente ese momento de sinceridad, ese frío que nos recorría el cuerpo, dos palabras y un momento que se congelaba en el tiempo. Recuerdo su mano agarrando mi cintura y sus ojos buscando respuestas en los míos. Recuerdo un abrazo con temor de dejarnos.
Recuerdo la estúpida idea que tuvimos de olvidarnos
Recuerdo los perversos discursos que nos echábamos con tal de mantenernos a salvo uno del otro
Recuerdo que eramos caníbales, queriendo acabarnos a mordiscos, a besos, a desgarrarnos con las manos, con los labios, con las mismas miradas.
Recuerdo el fuego que crecía al tocarnos y como adorábamos el calor.
Recuerdo una Luna, que fisgona, nos pilló en el momento que nos mordimos la calma, el alma, el cuerpo.
Recuerdo cuando se fue. Recuerdo cuando volvió. Recuerdo el Limbo en el que se quedó.
Recuerdo tantas cosas, que tal vez usted no recuerde pero hay una que se me olvidó. No recuerdo el motivo del por qué le seguí los pasos, no recuerdo el motivo por el cual me dejé guiar de sus abrazos y tampoco el color de las palabras que le salían de la boca. No recuerdo como lo quería, ni recuerdo como ponía los brazos para recibirlo. No recuerdo cuanto frío me daba su ausencia y menos recuerdo las veces que me brotaron lágrimas con su olor.
Hay cosas que recuerdo y cosas que no pero, sin duda alguna, hay una sola que camina a paso lento entre los dos que hace que no dejemos de buscarnos... Esa es que, sin miedo a equivocarme usted, me mantiene viva en sus recuerdos, desnuda, sin alegorías ni ejemplos. Es que usted aún mantiene vivo en sus adentros lo que yo no puedo recordar
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