-Y le extrañas?
-Con frecuencia
-Igual que siempre?
-Como nunca. En todo el sentido literal de la oración, le respondí.
Me quedé callado. Me quedé por varios minutos pensando, mientras soplaba el café recién servido, porque ir enfriando el café me servía como excusa para pensar en aquella respuesta que salía casi inconsciente. "Como nunca".
Claro! como nunca. Nunca tuve la necesidad de extrañarle así. Y ni siquiera era la necesidad sino la capacidad. La capacidad de extrañarle así. Pero, cómo era que le extrañaba, si no era como siempre? y, cómo era extrañarle como siempre? Como siempre cómo?
Bien, pensé, como siempre le extrañaba con rabia, con rencor, con recelo. Le extrañaba por el simple hecho de que no estaba como yo quería que estuviese. Como si su materialidad tuviera que obedecer a mi deseo y su existencia respondiera obligatoriamente a mi placer. Le extrañaba con furia por su ausencia, cómplice de mi decepción. De la decepción al no abarcar completamente mi idealización. Le extrañaba como siempre cuando rompía con mi figura de sí en mi.
Tomé un sorbo de café.
-Qué pensás? Me preguntó con tal intriga que me cortó de choque con mis pensamientos. Su pregunta había despejado completamente mi reflexión sobre la extrañeza del siempre.
-Nada. No sé. En el café y algo sobre extrañar. Le dije
-Le tenés en la cabeza verdad? No parás de pensarle. Se nota que de verdad que le extrañás.
-No, no es eso, respondí.
Nuevamente tomé la taza de café y me dispuse a entrar en mi ritual de soplar y pensar.
"Como siempre...". Y cómo es como nunca? me pregunté.
Sin rabia, obvio. Pero que hace que ahora no me de rabia? tomé un sorbo corto de mi café, ya frío de tanto soplar.
Como nunca! suspiré... porque ya no está, no como yo quisiera, sino que como él no quiere. No está presente, en ninguna forma ni espectro. Simplemente no está. Así es como nunca. Porque siempre estuvo, a pesar de que no lo sentía, u obligaba a su ausencia. Siempre estaba... ahora no, y ahora es como nunca.
Se me aguaron los ojos. Nunca había visto tan real su ausencia, tan inteligible. Hasta ahora podía ver con claridad que lo que extrañaba no era la idea sobre él sino a él. Ahora sí sentía su fantasma. Esto era extrañar como nunca, en todo el sentido literal de la oración. Qué extrañaba? Y si era añoranza, o anhelo, o melancolía? o todas juntas?
-Qué pensás?
-Qué crees que signifique extrañar? cómo se diferencia de la añoranza, el anhelo y la melancolía?
-Hombre, no sé. Supongo que o todas están relacionadas o todas son iguales con algunas variables.
-Cuál será peor?
-Tú qué crees? Cuál te pesa más?
-Todas!! Apreté las manos contra la tasa fría
-Creo que estás lleno de melancolía y te hace extrañar y eso te hace anhelar. Entendés?
-Sí. Ya lo creo.
-Es triste, no?
-Ni que lo digas... Hasta el infinito!
Bajé la mirada y suspiré.
-Cómo es eso que le extrañas como nunca, en el sentido literal de la oración?
Sonreí. Subí la cabeza, le miré y le respondí: -Como nunca sentí la ausencia de un ser vivo. Como cuando olvidas quien eres y quien lo sabe ya no está más ahí para recordártelo.
-Y vos creés que durará?
-Tanto como me dura un café frío en un bucle infinito.
https://www.youtube.com/watch?v=DbMla_j4oMw
.Festina Lente A La Mente.
Un espacio para exponer, para comunicar, para sentir y vivir todo aquello que en la mente se posee
lunes, 22 de octubre de 2018
viernes, 12 de agosto de 2016
A esta edad
Ya no tengo la edad para sentarme a llorar como una niña y ahogarme entre lágrimas y aíre. Tampoco para irme a la cama y dormir plácidamente.
A esta edad las noches pasan como si el Sol se posara en mis pestañas en cada parpadeo.
A esta edad los pensamientos taladran, los recuerdos invaden, la nostalgia se empodera. Los sueños ya no son de paisajes donde el agua es clara, son sueños que no dejan dormir, sueños que hasta de día imagino y anhelo.
A estas alturas de la vida me desvelan los miedos, las angustias. Las pesadillas son como reflejos de la realidad que se convierten en evidencia.
Los días no son un juego, son un reto.
Las pasiones no liberan, aprietan.
El llanto es común, Me sorprende a mitad de la madrugada, mientras miro por la ventana, caminando en medio de la multitud. De repente se me atraviesa un soplo en el alma y las lágrimas conducen un viaje por las mejillas.
Las ganas de huir son constantes.
La valentía se acobarda,
Las sonrisas están cansadas.
Las esperanzas... mueren y renacen y vuelven a morir.
La música es una banda sonora de cada momento que exorciza.
Aunque ya no tenga la edad de creer en monstruos que viven debajo de la cama tengo la sensación de que cada sentimiento se convierte en uno.
Ya no creo en las palabras y sí un poco más en los hechos.
Aún, con estos años que he transcurrido, y cada vez peor, me vuelvo más sentimental.
Mi mayoría de edad no la ha asumido la razón.
A esta edad ya no existen las muñecas, pero le tengo un miedo atroz a esas que reencarnan en mujeres.
La confianza en mi, en todo, se ha ido dejándome vivir en extensiones de la experiencia.
A esta edad ya no creo en cuentos de hadas, pero en las noches es lo único que me calma.
Luego de crecer el amor ya no es como lo pintaba.
Ya no tengo edad para soportar mis berrinches ni mis caprichos.
He matado y reafirmado con palabras ideas de dolor. He dicho lo que me nace y he callado lo que me atormenta.
Ya no sé qué será la madurez a esta edad.
Pero aunque ya no tenga la conciencia para todo esto, en noches como hoy sólo espero tumbarme debajo de las cobijas y sentir la tranquilidad que me invadía cuando no había vivido todo esto a esta edad.
A esta edad las noches pasan como si el Sol se posara en mis pestañas en cada parpadeo.
A esta edad los pensamientos taladran, los recuerdos invaden, la nostalgia se empodera. Los sueños ya no son de paisajes donde el agua es clara, son sueños que no dejan dormir, sueños que hasta de día imagino y anhelo.
A estas alturas de la vida me desvelan los miedos, las angustias. Las pesadillas son como reflejos de la realidad que se convierten en evidencia.
Los días no son un juego, son un reto.
Las pasiones no liberan, aprietan.
El llanto es común, Me sorprende a mitad de la madrugada, mientras miro por la ventana, caminando en medio de la multitud. De repente se me atraviesa un soplo en el alma y las lágrimas conducen un viaje por las mejillas.
Las ganas de huir son constantes.
La valentía se acobarda,
Las sonrisas están cansadas.
Las esperanzas... mueren y renacen y vuelven a morir.
La música es una banda sonora de cada momento que exorciza.
Aunque ya no tenga la edad de creer en monstruos que viven debajo de la cama tengo la sensación de que cada sentimiento se convierte en uno.
Ya no creo en las palabras y sí un poco más en los hechos.
Aún, con estos años que he transcurrido, y cada vez peor, me vuelvo más sentimental.
Mi mayoría de edad no la ha asumido la razón.
A esta edad ya no existen las muñecas, pero le tengo un miedo atroz a esas que reencarnan en mujeres.
La confianza en mi, en todo, se ha ido dejándome vivir en extensiones de la experiencia.
A esta edad ya no creo en cuentos de hadas, pero en las noches es lo único que me calma.
Luego de crecer el amor ya no es como lo pintaba.
Ya no tengo edad para soportar mis berrinches ni mis caprichos.
He matado y reafirmado con palabras ideas de dolor. He dicho lo que me nace y he callado lo que me atormenta.
Ya no sé qué será la madurez a esta edad.
Pero aunque ya no tenga la conciencia para todo esto, en noches como hoy sólo espero tumbarme debajo de las cobijas y sentir la tranquilidad que me invadía cuando no había vivido todo esto a esta edad.
sábado, 18 de junio de 2016
De 5 a 7 minutos para depurar el aire
Se toma un cigarrillo, no importa la marca, se enciende y se procede...
Bastan de 5 a 7 minutos para depurar el tiempo, el aíre, recuerdos y sensaciones.
Hay depuraciones temporales. De esas en las que se espera, algo o a alguien, en la mitad de un parque, en la acera, en la casa, en la vida, y se mata el tiempo con ceniza. De repente ya son 5 o 7 minutos menos, un tic tac que ya se fue en humo.
Hay depuraciones de aíre. Basta con tomar un suspiro ligero, adentrarlo profundamente, hasta que duelan los pulmones expandidos, saber que están ahí y funcionan, hacerlos vivos por 5 o 7 minutos en un ir y venir de la respiración, En ese entonces se piensa, se medita, se observa y se oye la vida, la vida que pasa entre el humo que revolotea con el aíre, como una imagen que se distorsiona con un hilo blanco. Un momento pasa.
También hay depuraciones de recuerdos y sensaciones en 5 o 7 minutos. Y estas depuraciones, por lo general, acompañan a las depuraciones de aíre, pues la mente se adhiere a los suspiros, entonces, se enciende un cigarrillo y una bocanada de aíre entra mientras un recuerdo acompaña la ruta del humo por dentro, se viaja al momento que se encapsula en memoria y llega al pecho, se expande. A veces la sonrisa aparece, a veces la melancolía también se une, y luego se suelta el recuerdo quemado. Ese pequeño recuerdo puede ser el mismo que viaja una y otra vez durante 5 o 7 minutos, hasta que se asfixia. Pero otras veces ese recuerdo lleva a otro y son de a 5 o 7 recuerdos, 5 o 7 bocanadas que repasan el tiempo, el aíre y las sensaciones.
Al final se ha depurado el alma llena de nicotina
lunes, 6 de abril de 2015
Y qué te puedo decir?
Y qué te puedo decir?
Tal vez que te quiero. Que los días son mentira y las noches cierta irrealidad que parecer verdad. Te podría decir que eres todo aquello que juré no volver a repetir, que mis sonrisas tienen la inicial de tu nombre. Me gustaría decirte también que mi parte favorita del día es esa cuando me llenas de sonrisas, de besos imaginados y de caricias infinitas. Quizá sería buena idea mencionar que todas las noches te traigo a mi lado y consiento tu cara idealizada, tu piel tersa que ya no recuerdo y tu cabello que ya no tiene ningun olor.
Todo eso te podría decir pero no le veo sentido. Y es que no se tú pero yo creo que esta historia no tiene una secuencia. Que el tiempo nos vence las ansias de tenernos y que la distancia corroe todo lo bueno.
Te pediría que te quedaras, que no dejes que el olvido se lleve lo que hemos hecho. Te pediría que no me dejes ir, como muchas veces lo he hecho. Que te arriesgues, que me extrañes, que me anheles. Pero aun no se si valga la pena, si quieras, si esperas.
El cambio se aproxima, ya no somos los de antes. Y eso que dijimos alguna vez de no permitir que los cambios influyeran demasiado, creo que ya es momento de trasformarnos.
Todo aquí ha sido un paraíso del cariño pero todo ha sido efímero. Todo se queda en el limbo. Las palabras en el viento, junto con las caricias y los besos.
y qué te puedo decir?
Sólo podré decirte la verdad. Que te quiero, que te extraño y que no quiero que esto crezca porque me aterra. Porque aunque te conozca no se quien eres, no se que piensas y no se que quieres. Que algún día me alejaré, cuando ya no pueda más, cuando vea que me duele, aunque querer sea la única manera de ser feliz pero que querer es también sufrir. Te digo que eres algo espacial, que me llevas a un infinito donde sólo estamos tu y yo, como la luna y venus, que nunca se despegan en las noches. Te confieso que siento, que te siento. Pero que este sentir es miedo. Miedo a que no sepas lo que siempre te quisiera decir
Tal vez que te quiero. Que los días son mentira y las noches cierta irrealidad que parecer verdad. Te podría decir que eres todo aquello que juré no volver a repetir, que mis sonrisas tienen la inicial de tu nombre. Me gustaría decirte también que mi parte favorita del día es esa cuando me llenas de sonrisas, de besos imaginados y de caricias infinitas. Quizá sería buena idea mencionar que todas las noches te traigo a mi lado y consiento tu cara idealizada, tu piel tersa que ya no recuerdo y tu cabello que ya no tiene ningun olor.
Todo eso te podría decir pero no le veo sentido. Y es que no se tú pero yo creo que esta historia no tiene una secuencia. Que el tiempo nos vence las ansias de tenernos y que la distancia corroe todo lo bueno.
Te pediría que te quedaras, que no dejes que el olvido se lleve lo que hemos hecho. Te pediría que no me dejes ir, como muchas veces lo he hecho. Que te arriesgues, que me extrañes, que me anheles. Pero aun no se si valga la pena, si quieras, si esperas.
El cambio se aproxima, ya no somos los de antes. Y eso que dijimos alguna vez de no permitir que los cambios influyeran demasiado, creo que ya es momento de trasformarnos.
Todo aquí ha sido un paraíso del cariño pero todo ha sido efímero. Todo se queda en el limbo. Las palabras en el viento, junto con las caricias y los besos.
y qué te puedo decir?
Sólo podré decirte la verdad. Que te quiero, que te extraño y que no quiero que esto crezca porque me aterra. Porque aunque te conozca no se quien eres, no se que piensas y no se que quieres. Que algún día me alejaré, cuando ya no pueda más, cuando vea que me duele, aunque querer sea la única manera de ser feliz pero que querer es también sufrir. Te digo que eres algo espacial, que me llevas a un infinito donde sólo estamos tu y yo, como la luna y venus, que nunca se despegan en las noches. Te confieso que siento, que te siento. Pero que este sentir es miedo. Miedo a que no sepas lo que siempre te quisiera decir
jueves, 25 de diciembre de 2014
la imaginación carga mucho deseo
Digamos que como dice una canción "el primer polvo no cuenta" y es que ya han sido varias primeras veces que no fluye la energía y el "primer polvo" resulta ser un poco menos de lo que la imaginación puede crear. Pero luego viene la reivindicación y ahí estalla la mente porque simplemente se exterioriza cualquier deseo y se da rienda suelta a la represión de la pasión que por diferentes motivos no se habían podido soltar. El pudor no existe y sólo quedan los suspiros carcomidos por los gemidos atorados porque hay que dejar el exorcismo sensual para el momento cumbre de la acción.
Y vienen la segunda vez, la tercera, la cuarta y la adicción. Ya no se puede pensar en más. Ya es un delirio y la espera. Algo así como una ansiedad del momento. Y empiezan a pesar las ideas. Pensar cómo será la próxima. Qué pasará después. Que juego vendrá y que sensaciones existirán. Y es que hay sensaciones que nacen como nunca. Nervios, torpeza y un hambre voraz de cuerpo, de su cuerpo. Y teniéndolo en frente empieza un viaje para idealizar los momentos y las acciones.
Por ejemplo yo lo veo a usted tan desinteresado encima de su cama, leyendo algo como si lo que está al rededor no importara, cómo si usted no sintiera el calor y el susurro que sale de mi cuerpo mientras usted tan callado ignora lo que pasa. Pero se que lo siente. Se que siente la vibración de mis piernas y como me tiemblan los labios. Estos que muerdo por controlar las ganas. Estos que muerde cuando cae bajo el calor de mis caricias. Y lo observo y aún no se percata de lo que imagino. Imagino que yo estando en sus piernas lo acaricio. Lo tomo por la cintura y suavemente lo beso, sutilmente me lo como a besos. Y le beso el cuello que huele a miel, a madera, a perdición. Y usted me toma, pero yo me esquivo. Me evado de sus abrazos porque voy directo por ancho camino a su placer. Sin que se lo espere le levanto la camisa, le palpo los poros y le hago estremecer la piel. Imagino mientras usted lee con sus gafas de Hector Lavoe que le desapunto el pantalón y que mis manos empiezan a jugar con sus líneas hasta que me llevan al final del camino donde aprieto mis labios y me inmerso en el juego de la saliva. Allí, en tierras bajas saboreo sus colores, sus olores. Allí empieza para mi el placer. Lo veo con sus pupilas dilatadas delatando mucho más de lo que dice. Lo veo estremecerse. Le veo sus manos agarradas a cualquier objeto que lo mantenga pegado a la realidad para no dejarse llevar a otro mundo pero de repente lo veo sujetándome a mi y sé que se dejó llevar hasta el fin. Le escucho su respiración y sus gemidos suaves y frenados. A usted no le gusta hacer ruido. Lo veo mordiéndose los labios, los que yo misma muerdo cuando me dejo llevar y que me involucran en este inicio sensual. Lo veo volverse loco y escucho que me dice "me quiero volver loco" y me toma de los brazos y me hala hacía su boca. Me toma con fuerza de la cadera y cambiamos de papel. Y suspiro y lo observo nuevamente. Yo en un infierno al que me lleva la imaginación y usted sigue leyendo como si no supiera que por dentro me quemo. Me mira y sabe que no estoy en este planeta, que me perdí de la realidad de esa noche y me pregunta qué pienso y yo solo digo "Nada" y por dentro pienso que más vale un impulso pero que no es el momento. Que habrá que esperar que depara el deseo y que cuando lo tenga nuevamente cerca a mi en mis pies leyendo otro libro ahí sabrá que pensaba aquel día que me moría por hacerle el amor a su alma.
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