Que me condenen entonces!
Que me condenen por querer secuestrar sus sonrisas
Por querer amarrar sus manos a mi cintura
Por robarle los besos en el aíre.
Por condicionar mi libertad a su voluntad
Por sublevarme a su tiránico olvido
Por romper sus esquemas, sus protocolos, sus normas y sus caprichos.
Que me condenen entonces porque me declaro culpable
Culpable de condicionar mis días a su sombra
Culpable por perseguir mis instintos detrás de su olor
Culpable por desear ese pecado que se esconde en la esquina izquierda de sus labios
Culpable por amar al traidor
Y si me van a condenar pues, ¡que me condenen entonces! Porque me culpo de intentar acecinar su recuerdo
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