11:22 pm y aún sigo sumergida entre dudas y emociones descifrando que cambió, que ocurrió, que hizo que todo al rededor se convirtiera en color.
Recuerdo una mañana fría y sin gracia. Un vacío en el estómago. Un vacío premonitorio que avisaba que ese día algo sucedería. Un camino y un azar. Un destino. Su destino.
Recuerdo que ese día tenía los labios tibios, los pies fríos. Recuerdo que el humo de mi cigarrillo salía tenso, sofocante. Algo invadía mi conciencia. Una intriga atrapada en las cienes persuadía mi cordura y mi voluntad letal de arriesgada ante el peligro sentimental.
También recuerdo con precisión el calor de sus manos cuando tomó las mías, debajo de una cobija, al son de un juego de mesa, de unas risas, de una respiración cómplice de latidos.
Todo esto lo recuerdo con tanta precisión como si lo viviera ahora y es que ¿cómo olvidar el preludio de la sinfónica locura que vendría luego? ¿Cómo pasar por alto cada detalle que constituiría mi huida de la mala suerte y el destino que me aferraba a la soledad?
Sí, ese calor del abrazo tímido también está presente. Una respiración corta, pausada, totalmente desequilibrada que penetraba cada poro y ritmo cardíaco. Ese era internamente presente. Así, se presentaron las cosquillas, las risas cerebrales, el sudor de las manos y el parkinson nervioso prematuro. Una carga eléctrica desde la razón a los tobillos. Un desenfrenado afán por estirar los músculos pero enrosacarlos en los suyos.
Sentí una vibración en mi oído, un susurro que latía, una combinación de sonidos. Un palpitar. Sentía la tibieza de su intención. La delicadeza de su tacto, la debilidad bandida de la voluntad. Lo sentí temblar.
A oscuras me encontraba, cegada por los fantasmas oscuros, recién fortalecidos de decepción. Los demonios poniendo trampas, recordándome que esos juegos quemaban.
Fueron minutos de indecisión, millones de lágrimas pasaron por mi memoria. miles de suspiros perdidos hallaron cuna en mis recuerdos. La resignación se encontraba al acecho pendiente de mi deceso sentimental.
Y ahí! Justo ahí fue cuando sentí el sabor de su respiración. Uno dulce, calmado. Con miedo sonreí y el brillo interno desmembró cada momento negro. Se me subieron a la risa un millón de bichitos cosquilludos que me levantaban la comisura de los labios creando la magia perfecta de una sonrisa tímida y ansiosa.
Recuerdo la punta de su nariz respingada y tibia rozándome el alma mientras estallaban los fantasmas. Unas espadas por narices, sacando filo de tiempos lejanos, de amores perdidos, de sueños rotos y promesas incumplidas.
Mientras la lucha eterna y concisa de espadas por narices vi sus ojos cerrados con furia. Queriendo atrapar algún motivo que lo sacara del combate. Queriendo mentalizar las sensaciones, las emociones. Queriendo captar los sonidos intrínsecos del cuerpo cuando queda perplejo.
Quizás no lo sabía pero me iba rindiendo ante la batalla de las narices. Estaba claro que perdería. Dominaba a la perfección la técnica del despojo y el acercamiento. Manipulaba el fin del combate simulando un cansancio y renacía para continuar. era evidente que su respiración contenía un antídoto contra la duda, una adicción a la suavidad y la intriga. Era evidente que yo me había doblegado frente a su juego.
Lo dude por unos segundos. Manipulé un poco más la maniobra. El acercamiento mi mejor estrategia. Si alguien iba a perder miedos ganando emociones esa iba a ser yo.
Como un péndulo se iba y venía y en ese vaivén recuerdo el vaho salir de su boca que me absorbía el ansia y la angustia. Que revitalizaba cualquier deseo.
Recuerdo haberlo herido con el filo de mis labios una ves en los suyos. Tanto que simuló de nuevo su partida. Recuerdo su intrépida continuidad. Su hazaña y su valor para continuar estando inmóvil atrayéndome como una carnada volátil e ingenua.
no aguanté más. Recuerdo esa intriga remordiendo mis huesos, calando más allá de mis pensamientos, haciéndome victima y arrebatando una oportunidad someramente viable de ganar una partida.
Recuerdo un vaivén, dos veces, tres veces hasta que sin querer mi sutil arma roja delicada se posó dos segundos sobre su herida inmortalizada sellando un pacto lejano de frustración.
Uno, dos, tres... ¡siete! colores invadieron mis pupilas tapadas por el olvido.
Recuerdo una sonrisa de sabores dulces y sueños rotos reconstruyéndose. Recuerdo el cálido devenir de aquel beso efímero momentáneo que siguió al anterior. Este con más precisión. Confirmando el estallido de colores. Confirmando que la caja de sueños y esperanzas nuevamente, con polvo y telarañas, había abierto su tapa y había dejado escapar unas simples y genuinas dudas y alegrías.
No recuerdo más. Una noche tranquila, un amanecer casual. una tarde llevadera y una intriga incrustada en la ansiedad. ¿Un sueño o una verdad? ¿Fantasía o realidad?
Recuerdo nuevamente el desasosiego triunfal de el miedo y la certidumbre. ¿Había sido tan solo un hake mate en mi anhelo? o aquella lucha de espadas por narices y un arma roja con una herida había transcurrido dentro de los límites de mi imaginación?
Que locura de sentires. Que locura de emociones.
Siento en la piel el descubrir de la verdad. Ahora ese recuerdo sigue llenándome los poros de nervios y emociones.
Un "sí, tal vez fue así" estalló de júbilo mi alma. Un "sí, fue así" atemorizado trasformó las leyes de supervivencia escritas sobre piedras. Había cincelado este corazón duro con coraza de desamor un futuro incierto y nuevo.
Recuerdo que ayer luego de mil segundos y cientos de minutos se dio nuevamente la batalla pero esta vez con los ojos abiertos, con el alma desnuda, con la conciencia en las manos y los colores brillando
Recuerdo que ayer, tan solo ayer. Juré amor a la batalla del olvido, jure lealtad a la voluntad para vencer los castigos del temor.
Recuerdo que ayer explotaron nuevamente los sentidos en uno, dos, tres... siete colores invadiendo mis pupilas llenitas del color infinito de sus ojos.
Recuerdo haberme jurado no amar. Recuerdo que ayer reafirmé la sentencia, esta que dice No Amar Los Miedos pero SÍ Amar las sensaciones.
Recuerdo que sé escribir y decir sintiendo: Te Amo